domingo, 15 de abril de 2012


De aumentos y otras yerbas


Por Lautaro Rivara

Son de público conocimiento los considerables aumentos en el precio de la yerba mate. Pero no tan conocidos resultan los motivos. Polémicas, responsabilidades y algunas respuestas tentativas a porqué siempre son los trabajadores los más perjudicados.
Las malas cosechas, la especulación desbocada, el desinterés empresarial respecto del autoabastecimiento, entro otros motivos, suelen ser citados para explicar los vaivenes de precios de la economía argentina. Pero, ¿qué hay detrás del aumento desproporcionado de los precios de la yerba mate, última novedad en la materia?

Las causas del aumento

Las alzas comenzaron luego de que entraran a regir los nuevos precios que reciben los productores de yerba mate por el kilo de hoja. Este pasó de $ 0,90 a $1,70, aunque los yerbateros reclamaban una recomposición mayor. El Secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, se negó inicialmente a conceder los aumentos a los productores (paradójicamente la actividad menos rentable de todo el circuito de la yerba) pero tuvo que ceder ante las medidas de fuerza emprendidas por los yerbateros. Tras la presión de las cuatro empresas más poderosas del sector para elevar los precios de comercialización, Moreno autorizó un aumento del orden del 9,5%. Insatisfechos ante este tope, estas empresas empezaron a limitar la distribución de yerba, logrando así producir desabastecimiento y el aumento de los precios en góndola.

Ahora bien, estos vaivenes también han disparado la especulación de los medianos y pequeños comerciantes quiénes, ante el desabastecimiento y el precio inestable de la yerba, empezaron a grabarla con sus propios recargos. Los nuevos precios llegaron a los consumidores de forma heterogénea, según la zona y la entidad comercializadora. El porcentaje de aumento registrado hasta el momento, varía entre el 25% y el 120%.

Una industria concentrada y desigual

La producción de yerba mate se encuentra enormemente concentrada en nuestro país, y son muy pocas empresas las que deciden las tendencias del sector y fijan los precios. Se estima que unos 130 molinos producen el 20% de la yerba del país, y que alrededor de unos 10, fabrican más del 80%. Entre estas empresas destacan las vinculadas a las marcas Taragüi, Amanda, Rosamonte, Nobleza Gaucha y Cruz de Malta.

El precio que paga el consumidor de yerba se distribuye de una forma enormemente desigual dentro de la cadena de elaboración. Los productores perciben el 9% del precio total, los secaderos un 24% y las empresas del ramo junto a las cadenas de comercialización el 67% restante. Esto parece ser una constante de la producción agropecuaria argentina, en la cual los intermediarios perciben ganancias fabulosas, los productores deben penar para mantener una rentabilidad mínima y los consumidores terminan pagando de su bolsillo la inflación de los bienes básicos. Todo esto, permitido por la pasividad de las políticas gubernamentales. En relación a este tema, se explayó Raúl Kosinski, secretario de la Federación Agraria de Misiones: “Esto es una avivada directa de la cadena de comercialización, porque a lo sumo el ajuste de precio por falta de stock podría ser del 10% o el 20%, pero no el porcentaje que ha aumentado”.

Por su parte, el Ministerio de Agricultura, a través de su titular Norberto Yauhar, informó que se fiscalizaron molinos para corroborar que el volumen informado al Instituto Nacional de la Yerba Mate (INYM) sea real. Se constata así que no hay ningún motivo más allá de la especulación, para explicar el desabastecimiento y la racionalización que se vio los últimos días en distintos comercios del país. Además, Ricardo Maciel, del INYM, dijo que “la yerba que ya está envasada y se está comercializando fue cosechada y procesada el año pasado con los precios viejos”. “No hay causas para que el producto aumente como lo hizo", remarcó.

Las repercusiones

Más allá del fuego cruzado entre los gigantes del ramo, los comercializadores y los organismos gubernamentales, lo cierto es que el aumento lo vuelven a pagar los consumidores. El enojo y el humor no se hicieron esperar, y en las redes sociales se vieron infinidad de referencias al respecto. Por ejemplo, desfilaron por internet mates armados apenas con una bombilla y una tapita, gente que ofrecía permutar su equipo de mate por un juego de tazas y eslóganes como “Rosamonte, roza el afano” o “Pobreza gaucha”. Ocurrencias de un pueblo que no se resigna al descontento, ni a dejar que la inflación se lleve por delante el disfrute de sus bienes más preciados.

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